Hace años, cuando todo parecía venirse abajo, decidí que yo sería mi mejor proyecto. Mi pareja de entonces desapareció de un día para otro. Duro, sí. Pero también revelador. Porque me di cuenta de que aún quería cumplir uno de mis grandes sueños: ser madre. Y lo haría sola.

Tenía 38 años y el tiempo apremiaba. Vendí ropa, bolsos, recuerdos familiares e incluso bisutería de oro para costear los tratamientos.

Y lo conseguí. A la segunda, llegó Amaya, mi hija. Mi motor. Mi por qué.

La maternidad me encontró sin pareja, sin red de apoyo cercana, y con un trabajo en un teatro que me exigía noches, fines de semana y festivos. Pedí una reducción de jornada que me denegaron. Con el tiempo, un ERE se convirtió en mi oportunidad de cerrar una etapa y abrir otra.

Comenzó mi verdadera reinvención.

Con más de 30 años de experiencia en turismo y cultura, aproveché ese parón para formarme con un MBA en Turismo. Intenté volver al sector en un rol directivo, a la altura de mi trayectoria.

Finalmente, conseguí un puesto como responsable de marketing en un tablao flamenco de prestigio en Sevilla.

Volví a estar cerca de mi madre durante su enfermedad, hasta que falleció. Tras meses de papeleos, regresé a Valencia, mi casa durante 15 años.

Allí fusioné mis conocimientos y experiencias en marketing y turismo, y emprendí como consultora de marketing turístico y asistente de producción freelance para Artemovimiento, una productora de flamenco reconocida en su sector.

Pero en 2020, la pandemia lo paralizó todo. Perdí a todos mis clientes y, una vez más, tuve que empezar de cero.

Me reinventé desde casa, al ritmo de mi hija, y me formé como Community Manager, copywriter y en estrategias de marketing digital. Durante 4 años trabajé con múltiples clientes, conciliando a mi manera. También me convertí en tutora de distintas formaciones digitales, y allí entendí algo importante: emprender siendo madre puede ser más solitario aún.

Y eso me hizo reflexionar, porque me daba rabia que mujeres como yo, intentaran tener una vida libre, a su manera, y no lo consiguieran por falta de acompañamiento, confianza y seguridad. 

Así nació Triple M, el programa que co-creé con María Perea en 2024.

Desde entonces, hemos acompañado a decenas de madres a través de mentorías grupales e individuales. Hoy lidero el proyecto en solitario, pero con la esencia de María impregnada en cada rincón.

Triple M no es solo una mentoría. Es una comunidad real. Un acompañamiento sincero. Un espacio donde trabajamos la mentalidad como base del éxito y ayudamos a madres reinventadas en profesiones digitales a lanzar y consolidar sus negocios digitales con seguridad y confianza. No desde la teoría, sino desde la experiencia vivida.

En 2025 me certifiqué como experta en dinámicas de mentalidad sistémica (Escuela Brandea) y como consultora de marca personal (con Vilma Núñez). Todo lo que aprendo lo aplico en mis mentorías, sesiones, talleres y formaciones.